Mira cómo los masajes se ponen guarros, con dedos apretando y frotando antes de un polvo total en camillas acolchadas. Muchas veces en salas de spa con poca luz, el aceite brilla mientras se dan caña. Hay un momentazo donde una botella de loción se derrama en medio del lío, dejando el suelo resbaladizo. Todo gira en torno a ese cambio de lo suave a lo bruto.